(Bukowski)

bukowski a dicho: "la manera de terminar un poema como este
es quedarse de pronto callado."


el filántropo y cómo combatirlo

Decía yo, la filantropía en el amor solo la practican los caníbales, no tengo dudas de que existan ciertos amores de buena voluntad, con ojitos llenos de inocencia, o medios llenos, no crea que milito la misantropía. Hay, pocos pero hay, de esos amores que ya sin ser amores te regalan quizás una mano después de quitarte el corazón, no tanto, ni menos. Pero… la filantropía la practican los caníbales, les das el corazón pero en realidad quieren tus viseras, no confíe nunca señor, señora, de la solidaridad del que mezquinó su cariño en tiempos pasados, no le abra el corral a esa oveja que gruñe, no le abra, aunque se le precipiten las ganas, aunque se muera de compasión, esa oveja señora, señor, esconde un filántropo, sea duro, si pudo esconderse del llamado urgente de los testigo de Jehová, puede usted con la misma picardía y crueldad tirarse de bruces bajo la mesa o dentro del ropero, y nunca, pero jamás, jamás, ose de su valentía en estos momentos, nunca confíe de sus agallas frente a ese viejo amor filantrópico, ni bien le mire las pupilas dilatadas, la sonrisa seductora, usted por mas agallas, por mas valentía, será automáticamente cautivado por los poderes hipnotizantes del filántropo, su mirada inyecta en el alma de su presa un veneno diez veces mas poderoso que el de cualquier reptil tóxico, que el de treinta tarántulas que el de doscientos tequilas, los primeros síntomas son fáciles de reconocer, las manos le sudarán, a veces viene acompañado de leves temblores, se le cortara la respiración por momentos, taquicardia, algunas víctimas presentan efectos colaterales sobre el habla, tartamudeos o repentinos equívocos del subconsciente, particular descompostura, el llamado “mariposas en la panza” , una debilidad de perro mojado y la idiotez de un borracho. Y de un momento a otro se verá echándose sal a gusto del filántropo, quien gustará de devorar su dignidad. Por eso señor, señora, no se deje engañar por esos ojos luminosos, por esa falsa amabilidad por esa irresistible caballerosidad en caso del macho filantrópico o esa tolerancia desenfrenada en caso de la hembra filantrópica, hulla, corra como nunca, vallase a cuba, a África, a la montaña, no mire atrás, escóndase como un chiquillo bajo las sábanas, ¡corra señor, corra señora!


O bien, prepare café

o té,

fíjese de estar bien condimentado,

tome el teléfono, llame al filántropo

y pierda de una vez por todas la dignidad

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