Los hermosos adornos coloquiales se lucían en el anfiteatro, el telón de terciopelo rojo colgaba inmutable, las toses, los comentarios, los "achises", la bruma humana en si, se iba apagando como las luces, que de a poco poquitito se atenuaban. Un reflector desde lo más alto del gran salón destella en el escenario, y cuando golpeaba el tercer "toc" que daba comienzo a la obra, desde el altillo un "bang" se desliza desde una mano que va hacia una butaca que atraviesa un hombro que sigue rodando por el aire que traspasa el rojo telón y se transforma en un "pum" seco que cae al suelo desparramándose en forma de sangre sobre los tablones de madera del escenario...
- ¿¡Y!?-
-nada, nos tuvieron que devolver la plata de las entradas-
...
- ¿¡Y!?-
-nada, nos tuvieron que devolver la plata de las entradas-
...
Muy bueno, me encanto como relataste la situación. Noto que los textos van siendo más maduros (hablando de literatura). siga asi.
ResponderBorrarSaludos totales. Ah y ya le puse un texto nuevo en el blog, tanto que pidió en algún momento.