Poco entendes de la situación, está oscuro, poca luz, que raro, y sos parte, ¡si! ¡Estas ahí! ¡mirate! La pequeña multitud se amontona mirando hacia arriba, como buscando formas en las nubes, pero como si esas nubes fueran cambiando de colores y titilaran a un ritmo quebrado, ondulado, desarticuladísimo. Saladísimo esta el ambiente, el flaco revolea las piernas arriba del escenario, se desdobla para cantar, el micrófono bailoteaba entre sus dedos de fidodido, con un notable esmalte rojo en las uñas,  y te dice con todo el bigote transpirado, así en la cara, de frente, mirándote a los ojos y escupiéndote un poquito, “este es el aguante”,  todos los ojos se abalanzan, quieren agarrar las nubes, pero el flaco cae, o se tira, hacia atrás y ninguno de los ojos llega  ni siquiera a probar de su lluvia de sudor, a veces sentís que se va a quebrar,

- ¡cuidado! ¡Se quiebra el flaco! ¡Se quiebra! – Tenes ganas de gritar, pero la paranoia ya estaba en las lenguas, y no quedaba más que seguir haciendo fuerzas con el seño para que el flaco, flaquísimo, siguiera haciendo el aguante…...nena?.